El Arapil Grande! Era la mayor de aquellas dos esfinges de tierra, levantadas la una frente a la otra, mirándose y mirándonos. Entre las dos debía desarrollarse al día siguiente uno de los más sangrientos dramas del siglo, el verdadero prefacio de Waterloo, donde sonaron por última vez las trompas épicas del Imperio.
Tras una breve estancia del protagonista de nuestros Episodios, Gabriel de Araceli, en su ciudad natal, Cádiz, durante la gestación de la Constitución de 1812, conocida popularmente como la Pepa, Galdós nos traslada a un nuevo escenario: la batalla de Arapiles. En este épico combate seremos testigos de la estrategia y los movimientos de las tropas, y escucharemos emocionados los latidos de una batalla tan heroica como decisiva en la historia de España.
Benito Pérez Galdós, dada la popularidad y repercusión de sus Episodios Nacionales, y considerando la importancia que para los más jóvenes tiene el conocimiento de la historia, quiso acercar sus obras más destacadas a ese público. El mismo Galdós reescribió y versionó los más relevantes acontecimientos de aquel apasionante periodo histórico, para ofrecer a los escolares una visión más amena, heroica y emocionante de los hechos que en los albores del siglo XIX tuvieron lugar en nuestro país.
Autor
Benito Pérez Galdós (Las Palmas, 10 de mayo de 1843) era el décimo hijo de un coronel del ejército, Sebastián Pérez, y de Dolores Galdós, una dama de fuerte carácter e hija de un antiguo secretario de la Inquisición.
Escritor extraordinariamente prolífico (cada trimestre reunía un volumen de más de trescientas páginas), en 1873 Benito Pérez Galdós comenzó a publicar su obra cumbre, los Episodios nacionales.
Tímido, rayando en lo patológico, modesto, atento observador de la realidad, Galdós poseía una portentosa memoria visual que reflejó en numerosos detalles de los personajes de sus novelas. Se levantaba al alba y escribía hasta las diez de la mañana, a lápiz, porque la pluma le restaba tiempo. Después paseaba por Madrid, cuyos habitantes y sus conversaciones fueron, para él, tema constante de inspiración. Adoraba la música, se acostaba temprano, escribía con fruición y apenas acudía al teatro.
Shakespeare, Dickens, Cervantes, Lope de Vega, Eurípides y Tolstoi (a quien descubrió en su madurez) eran los autores que más frecuentaba. Ingresó en la Real Academia Española en 1889. Reconocido y admirado por público y crítica, y casi ciego, Galdós falleció en su casa de la calle Hilarión Eslava de Madrid el 4 de enero de 1920. El día de su entierro, unos 20.000 madrileños acompañaron su ataúd hacia el cementerio de la Almudena.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.