La indispensable literatura breve de Herman Melville se hace más necesaria cuando se cumple el bicentenario del nacimiento de su autor, pues entre estas magistrales y atemporales páginas navegan narraciones tan feroces como fascinantes, tejidas con la habilidad del orfebre, y que nos muestran con humor negro y cáustico, con delicada crudeza y extraordinaria empatía, los misterios y recovecos de la condición humana.
El fracaso feliz
Autor de Moby Dick nos ofrece, en este volumen, unos relatos sorprendentes e intensos, dotados de un profundo lirismo y un estilo preciso y contundente, en los que se desarrollan unas historias tan originales como inolvidables.
Autor: ( Herman Melville )
ISBN: 9788417726058
Nº Páginas: 192
Dimensiones: 13 x 21
Nº Páginas: 192
Dimensiones: 13 x 21
Autor
Herman Melville nació en Nueva York en 1819. Muy joven se inició en la vida marinera, cambiando con frecuencia de navío y ocupación. Tras un par de años de vagabundeo sin encontrar un oficio, y viendo el éxito que sus narraciones orales tenían entre sus conocidos, escribió un par de obras, Typee y Omoo, que gravitan entre la ficción y las memorias del mar. Estas novelas le granjearon una fama inmediata y unos ingresos aceptables que le animaron a contraer matrimonio y a comprar una granja en Massachusetts, donde tuvo como vecino al genial escritor Nathaniel Hawthorne, a quien dedicó Moby Dick.
La ballena blanca y el capitán Ahab, con los que Melville construyó una compleja novela, que pasó prácticamente inadvertida en el momento de su publicación, nacieron de su pluma en 1851. La profundidad e intensidad de su obra más memorable, a la que dedicó más de dos años de trabajo, y el fracaso comercial de esta, le pasaron factura emocionalmente. Acosado por las deudas, vende su granja y se traslada a Nueva York. Acepta un trabajo en la aduana y se dedica a escribir Clarel, un extenso poema épico de tintes religiosos. El final de su vida estuvo marcado por el suicidio de su hijo mayor, tragedia que le originó diversos problemas físicos y psicológicos. Murió prácticamente olvidado, en la ciudad donde naciera, en 1891.
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