El imparable proceso de la globalización influye en los procesos económicos, la generalización de la información, la accesibilidad de la población a desplazamientos rápidos por todo el mundo, con la consiguiente crisis de identidad de los habitantes de distintos países y la aparición frecuente de distintas formas de malestar psíquico. Los progresos de la psicofarmacología ofrecen un alivio rápido a diferentes síntomas, tanto físicos como mentales, aunque no resuelven con frecuencia los conflictos emocionales subyacentes.
La crisis económica universal, que se ve agravada por el costo elevadísimo de la asistencia médica, hace que se busque la gestión de los medios asistenciales con un férreo control del gasto, que excluye o dificulta el acceso a actividades como la psicoterapia dinámica, cuya eficacia es difícil de probar.
Por otra parte, los resultados a largo plazo de los psicofármacos no son tan brillantes como todos hubiéramos deseado, y las investigaciones sobre el origen de los trastornos mentales ofrecen menos resultados que los que la prensa aclama a diario con fervor. Ante eso, parecería que la psicoterapia está atravesando por una crisis irremediable, cuando, en realidad, se están realizando progresos muy importantes en nuevas aproximaciones teóricas y técnicas que ofrecen resultados excelentes y duraderos en el tiempo.
A lo largo de los capítulos de este libro se ofrecen datos y reflexiones sobre la evolución de la psicoterapia dinámica en este último cuarto de siglo y se aventuran pronósticos sobre su evolución en los próximos decenios.
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