Las rosas de la vida
Las rosas de la vida ofrece al lector una reveladora panorámica del brillante acervo de la poesía francesa de siempre, desde el siglo XV hasta el XX, es decir, desde su más significativa figura medieval, François Villon, hasta los que podemos considerar como actuales clásicos de la modernidad.
Una notable galería de ilustres personalidades, muchas de ellas apenas conocidas del lector medio español, y que estamos seguros de que serán auténticas revelaciones literarias, se unen a los grandes nombres a todos familiares, como Pierre de Ronsard o Victor Hugo –egregios maestros y jefes de escuela en sus respectivos siglos, el XVI y XIX, verdaderos siglos áureos de la musa francesa–, continuados por románticos tan característicos como Alfred de Vigny, Lamartine, o el enigmático Gérard de Nerval, entre tantos otros, hasta desembocar en la fecunda renovación que supone el simbolismo de Baudelaire, de Verlaine o Rimbaud en la segunda mitad del XIX.
La presente antología dedica una particular atención en trasladar al lector español una serie de insospechadas obras hasta no hace mucho un tanto marginales o excéntricas con respecto al tradicional corpus literario francés, como la de Maurice Scève, reconocido hoy como «el Mallarmé del Renacimiento», o la del fulgurante genio barroco –recientemente integrado al canon de las letras galas– que representa el arrebatado Agrippa d’Aubigné, reivindicado por los surrealistas como uno de los creadores más peculiares del parnaso francés.
Las rosas de la vida se cierra con la revolucionaria figura de Guillaume Apollinaire, que inicia las que serán grandes vanguardias de la pasada centuria, y con la magistral lección de Paul Valéry, quien con la pureza de su poesía plenamente actual, pero inserta en la gran tradición de la poesía clásica francesa, lleva a esta a un estado límite de perfección formal y lúcido rigor especulativo.
Próllogo
Introducción
Los grandes nombres de la poesía francesa
El presente proyecto, pues el ejemplar que el lector tiene entre sus manos es sólo la primera parte del mismo, pretende recoger, en edición bilingüe, con traducción métrica al castellano, una cierta representación del rico tesoro de la poesía en lengua francesa desde su más significativa figura medieval, François Villon, hasta los que podemos considerar los grandes clásicos de la poesía gala en la pasada centuria, como Paul Valéry, Saint-John Perse, o Paul Éluard, entre otros.
Serán tomados en consideración y antologados la mayoría de sus poetas más característicos, con una breve muestra de sus obras respectivas, mas teniendo en cuenta que esos grandes clásicos, los nombres cimeros de la brillante tradición lírica francesa (muchos de ellos de amplia trayectoria y muy vasta y varia producción, como Pierre de Ronsard, Agrippa d’Aubigné, o Victor Hugo), serán vertidos con mayor extensión en la fértil y compleja diversidad tanto temática, como espiritual y estilística, de sus obras. Otros nombres, de todos conocidos, de renovadora y capital significación en el devenir de la poesía occidental, como Charles Baudelaire, Paul Verlaine o Rimbaud, aunque de obra menos amplia y circunscrita a unos concretos núcleos temáticos, tendrán igualmente una muy completa representación de la excepcional riqueza de sus respectivos e intensos orbes literarios.
Pero particular interés tendremos en recoger las obras de una serie de figuras hasta ahora un tanto marginales o excéntricas con respecto al tradicional canon literario de Francia, figuras que recientemente han sido justamente reivindicadas y revalorizadas como olvidados «clásicos» de la lengua francesa, como Maurice Scève, reconocido hoy como «el Mallarmé del Renacimiento», antecedente personalísimo de la llamada «poesía pura» de un Paul Valéry, o el sorprendente y arrebatado genio barroco en una tradición tan predominantemente clasicista y contenida como la francesa, tal fue el desmesurado Agrippa d’Aubigné, autor de una enfebrecida y visionaria obra tanto lírica como épica, presidida por la pasión, tanto amorosa como religiosa. Postergado durante siglos, los poetas surrealistas en el siglo pasado fueron los primeros en reivindicarlo como uno de los genios más peculiares del parnaso francés, o el enigmático Gérard de Nerval, elevado hoy al brillante panteón de los grandes románticos, junto a Lamartine, Hugo o Alfred de Vigny, y precursor, a su vez, de las grandes innovaciones de la modernidad.
El título general de la antología, las rosas de la vida (cueillez dès aujourd’hui les roses de la vie, con el que concluye el famoso soneto a Helena) entraña, por supuesto, un implícito homenaje a uno de los poetas, Pierre de Ronsard, que tendrán una cumplida representación en este panorama, por la varia y compleja diversidad estilística y temática de su mundo poético, reducido por regla general, para el común de sus lectores, a su brillante temática hedonista y amorosa, cuando en realidad es uno de los grandes padres fundadores y maestros de la gran tradición poética francesa, jugando, en el siglo XVI, un papel análogo al de Victor Hugo en el XIX.
Pues Ronsard, por ejemplo, no es sólo el poeta del amor y de la belleza, del paso del tiempo y de la fragilidad de la existencia (cantor de ese tiempo que no es sólo vencedor de todas las pretensiones humanas sino que incluso deja sentir su zarpa destructora sobre las mismas formas de la Naturaleza, a las que transforma de continuo), también es el intérprete oficial, pero sincero, del poder y de la Corte, el poeta de la gloriosa y finalmente patética dinastía de los Valois, así como el defensor de la religión y de la patria en los momentos en que ambas se debaten en la agonía fratricida de las guerras entre católicos y protestantes sobre el campo de batalla de una Francia desgarrada por los intereses políticos y el furor teológico de unos y de otros.
Es injustamente restrictiva y empobrecedora la imagen tópica y convencional de un Ronsard como un exclusivo poeta epicúreo y galante, amador de todos los goces de la vida, a la manera de un Horacio «a la francesa» (que también lo fue), cuando se olvida que, igualmente, es un hondo poeta meditativo, seducido por el sentido iluminador de los mitos y atento a todas las incitaciones y misterios de la Naturaleza, en una poesía de alto vuelo, unas veces de vibrante tensión hímnica, otras de grave calado filosófico y no menos elevado estro, que anticipa el sostenido aliento y los solemnes períodos de la poesía victorhuguesca.
Esta primera entrega se clausurará con la sugestiva figura de Apollinaire, que afirma genialmente lo que entendemos como las grandes vanguardias del siglo XX, y con la ciertamente egregia de Paul Valéry, que con la pureza de su poesía plenamente moderna y actual, pero inserta en la gran tradición de la poesía clásica francesa, lleva a ésta a un estado límite de elaboración formal y profundidad especulativa, de muy denso juego intelectual y una diamantina y lúcida perfección.
Toda la gran riqueza y variedad de la lírica posterior, por motivos editoriales y de factibilidad lectora (hubiera sido inabarcable un volumen de tantas páginas) hemos optado por dejarla para una segunda entrega. De todos modos, el cuerpo de esta Antología completa, en sus dos volúmenes, representa tan sólo una parte, si bien significativa, de una activa dedicación estudiosa y traductora a la poesía escrita por autores franceses, desde aquel lejano curso de 1968-69, en que comenzamos a impartir las asignaturas de Estilística Francesa y Literaturas Románicas en la inolvidable alma mater murciana de nuestra juventud.
A continuación, y tras tantos años empeñados muy gustosamente en esta tarea recreadora, como pórtico o umbral a ese gran palacio o construcción entre gótica, renacentista y versallesca, y también plenamente vanguardista y moderna, que es la gran poesía francesa, intentaremos esbozar algunos rasgos que nos pueden parecer más distintivos de esta tradición, y así, a ser posible, fijar las características que, en nuestra opinión y en su conjunto, vienen a distinguirla de otras próximas, intentando marcar las posibles diferencias con su vecina española, o alguna otra fundamental más o menos cercana, para intentar introducir al lector no especializado en la atmósfera de esta axial manifestación cultural europea en el campo de la creación literaria.
Y así, en primer término, advertimos en gran parte y a lo largo del continuum de la poesía francesa un cierto tono discursivo, racional, de bien trabada y constitutiva ordenación lógica, semejante, a veces, al que alimenta el discurso en prosa, un sustrato que podríamos –siguiendo un poco el tópico– calificar de cartesiano, y que confiere a esta poesía un cierto entramado reflexivo, bastante lúcido, hasta llegar a la moderna apoteosis de la pura inteligencia ordenadora de Paul Valéry, antes de que el surrealismo reaccionara violentamente contra esta especie de espíritu de la tradición nacional de las letras galas, con su visionaria reivindicación del mundo irracionalista y caótico de los sueños.
A ello hay que unir una cierta predilección por el tono elocuente, por la dicción noble y el apresto académico, frecuente también en el empaque, a veces, un tanto oratorio de otras poesías hermanas, como la italiana y la española, en las que podemos apreciar un común aire de familia por su mismo origen latino, como hijas muy conscientes de Roma, en donde las elegancias de la retórica jugaban tan determinante función en todos los órdenes.
Frente a este bloque románico, la poesía anglosajona se nos presenta como más libre, menos supeditada a la norma y a lo académico, más espontánea e informal, menos encorsetada y como más de «andar por casa» (valga la familiaridad de la expresión); lo que ya comienza a ser perceptible a partir de William Woordsworth. El ejemplo contrario pudiera ser John Milton, quien a muchos lectores puede parecerle, incluso, casi un poeta italiano (también escribió sonetos en la lengua de Dante, así como otros textos en latín y en griego), y que, a su vez, puede resultar el poeta más meridionalmente barroco del Parnaso inglés, con su bien asumido aparato mitológico y su enriquecedora y audaz incorporación de cultismos, latinismos y helenismos, con los que engalana la lengua inglesa, de siempre ésta –pensemos en Shakespeare– con sus ojos bien atentos a las bellezas tanto literarias como artísticas e históricas de la cultura italiana y el mundo clásico.
Otro rasgo que puede diferenciar a la poesía francesa de la hispánica es su diverso tratamiento del amor. Y así, el sentimiento amoroso en la lírica gala se nos aparece en su conjunto como más fresco, primaveral y despreocupado, más frívolo, sensual y galante, o menos trascendentalista, que el más patético y casi metafísico que hallamos en la gran poesía española, lleno de gravedad y de una cierta solemnidad trágica. Un sentimiento trágico del amor que quizá pueda venirle al poeta castellano de ese casi agónico sentimiento trágico de la vida que don Miguel de Unamuno detectara en la existencia española y al que dedicó uno de sus mejores libros. Hay estrofas y poemas en Ronsard que serían impensables en Garcilaso. Por otra parte el erotismo y hasta la más desvergonzada expresión pornográfica, que no son nada infrecuentes en esta tradición lírica, nos da razón de un concepto de la vida más libre, hedonista y desprejuiciado, que el que impregna la mayor parte de nuestra más rigorista y severa tradición literaria.
Otro aspecto que no podemos dejar de señalar en esta poesía es la importancia que en ella tiene el conflicto teológico-religioso, y la lucha de las ideas, ya desde el punto de vista de las guerras civiles entre católicos y hugonotes, que a su vez fueron también guerras literarias, y particularmente poéticas, como desde el punto de vista de la poesía política, filosófica, antirreligiosa y declaradamente atea y materialista, que encontramos en la época de la Ilustración.
Autor
Carlos Clementson (Córdoba, 1944) se doctoró en Filología Románica por la Universidad de Murcia con una tesis sobre «La revista Cántico y sus poetas», tras otra de licenciatura en torno a «Paul Valéry y Le Cimetière Marin». Desde 1973 es titular de Literatura Española en la Universidad de su ciudad, en la que viene impartiendo también las asignaturas de Literatura Catalana y Gallega.
Su dilatada dedicación a la traducción literaria le ha llevado a verter al verso castellano diversas poesías de la Romania, como una muy amplia y totalizadora selección de la obra de Pierre de Ronsard, aún inédita, así como una antología de Joachim Du Bellay bajo el título de Lamentos y añoranzas (Les regrets) (Córdoba, 1992), entre otros autores y materias como la serie de volúmenes, aparecidos en esta Editorial Eneida, dedicados a las poesías portuguesa, catalana y gallega, así como la titulada Cisne andaluz. Nueva antología poética en honor de Góngora. Entre las ya citadas, Alma minha gentil, Antología general de la poesía portuguesa (Madrid, 2010) fue distinguida con el premio a la Traducción Giovanni Pontiero, concedido por el Instituto Camoens y la Universitat Autònoma de Barcelona.
Esta continuada labor traductológica no la considera del todo ajena a su personal lírica de creación, capítulo en el que lleva publicados los siguientes poemarios: Canto de la afirmación (1974), premio Polo de Medina; Los argonautas (1975); Del mar y otros caminos, accésit del premio Adonáis (1979); El fervor y la ceniza (1982); Oda y cosmología para Pablo Neruda (1993); Los templos serenos (1994); Archipiélagos, premio José Hierro (1995); Laus Bética (1996); El color y la forma (1996); Región luciente (1997); La selva oscura, premio Juan de Mena (2002); Figuras y mitos (2003); Non omnis moriar (2006) y Córdoba, ciudad de destino (2013), así como las antologías personales Las razones del mar (2007) y Las olas y los años (2008)
Indice
Índice
introducción Estudio antología
Los grandes nombre de la poesía francesa 15
I. edad media 23
françois villon (c. 1431-c. 1463) 23 155
II. renacimiento y siglos xvii.xviii 171
mellin de saint-gelais (1491-1558) 27 173
guillaume le rouillé (¿1494?-¿1550?) 27 177
clément marot (1496-1544) 27 183
maurice scève (1501?- c.1563) 28 187
christophe plantin (1514-1589) 31 207
pernette de guillet (1520- c. 1545) 31 209
pontus de tyard (1521-1605) 32 213
joachim du bellay (1522-1560) 32 219
louise labé (1524-1566) 41 253
pierre de ronsard (1524-1585) 42 263
claude de buttet (¿1524?-¿1587?) 50 327
guillaume bouchet (¿1526?-¿1606?) 50 331
rémy belleau (1528-1577) 50 335
olivier de magny (1529-1561) 51 337
jean-antoine de baïf (1532-1589) 51 345
guillaume de salluste du bartas (1544-1590) 52 347
philippe desportes (1546-1606) 53 351
agrippa d’aubigné (1552-1630) 54 353
françois de malherbe (1555-1628) 67 397
jean de sponde (1557-1595) 68 403
françois de maynard (1582-1646) 69 409
théophile de viau (1590-1626) 69 415
françois tristan l’hermite (1601-1655) 71 419
pierre corneille (1606-1684) 71 423
jean de la fontaine (1621-1695) 72 427
voltaire (1694-1778) 73 431
jean-antoine roucher (1745-1794) 75 435
andré chénier (1762-1794) 75 437
charles-hubert millevoye (1782-1816) 79 455
pierre lebrun (1785-1873) 80 457
III. siglo xix y xx
Romanticismo, Parnaso, simbolismo y poesía pura 161
marceline desbordes-valmore (1786-1869) 81 462
alphonse de lamartine (1790-1869) 82 464
casimir delavigne (1793-1834) 84 482
alfred de vigny (1797-1863) 85 487
victor hugo (1802-1885) 88 503
charles-agustin sainte-beuve (1804-1869) 96 533
félix arvers (1806-1851) 99 535
gerard de nerval (1808-1855) 99 537
alfred de musset (1810-1857) 103 555
théophile gautier (1811-1872) 104- 569
charles marie leconte de lisle (1818-1894) 107 573
charles baudelaire (1821-1867) 108 577
louis ménard (1822-1901) 113 601
theodore de banville (1823-1890) 114 607
sully prudhomme (1839-1907) 114 611
charles cros (1842-1888) 114 615
stephane mallarmé (1842-1898) 115 617
josé-maria de herédia (1842-1905) 121 627
paul verlaine (1844-1896) 122 637
tristan corbière (1845-1875) 130 667
isidore-lucien ducasse
(comte de lautréamont) (1846-1870) 131 669
arthur rimbaud (1854-1891) 134 675
jean moréas (1856-1910) 138 691
albert samain (1858-1900) 139 699
jules laforgue (1860-1887) 139 709
francis jammes (1868-1938) 141 719
charles péguy (1873-1914) 143 723
guillaume apollinarire (1880-1918) 146 741
paul valéry (1871-1945) 151 747
Valoraciones
No hay valoraciones aún.