Es casi un tópico hablar de la debilidad de los estudios de historia de las
relaciones internacionales en España. La marginalidad internacional de España
hasta casi los años noventa del siglo XX y la lentitud con que calaron aqui los
avances de esta rama de la disciplina, recibidos de cuño francés más que
anglosajón, han explicado las carencias teóricas y metodológicas que, a menudo, se
han señalado en su contra: escasez de diálogo interdisciplinar; un discurso histórico
demasiado descriptivo que, sin embargo, ha descuidado muchas veces la calidad de
la narración; un marco en exceso estatista e hispanocéntrico, etc. Sin embargo, la
producción de los últimos quince años ha permitido fijar problemas y debates,
como reflejo de la etapa de madurez en la que ha entrado la investigación.
En el caso de los estudios sobre el flanco internacional del franquismo y la
Transición, se observa, además, una clara evolución en los focos de interés. En los
ochenta, aun bajo la presión del proceso político interno, urgía explicar la
naturaleza del Régimen, por qué había durado tanto y qué factores internacionales
habían contribuido a ello. De ahí el interés por la II Guerra Mundial y sobre todo
por el periodo del aislamiento diplomático (1945-1953). Se sentía el apremio de
identificar los factores de la permanencia de la dictadura, de desenmascarar la
propaganda sobre los éxitos diplomáticos que la habían legitimado y de recuperar
la labor de la oposición antifranquista…
La política exterior al final del franquismo. Historia del Presente 6
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La política de Franco respecto al Eje, las amistades hispanoamericanas y árabes o las infinitas bondades de la alianza con los Estados Unidos fueron así temas básicos de la p0lítica internacional.
Páginas: 212
Formato: 17×24
1. época
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INTRODUCCIÓN
Es casi un tópico hablar de la debilidad de los estudios de historia de las
relaciones internacionales en España. La marginaüdad internacional de España
hasta casi los años noventa del siglo XX y la lentitud con que calaron aqui los
avances de esta rama de la disciplina, recibidos de cuño francés más que
anglosajón, han explicado las carencias teóricas y metodológicas que, a menudo, se
han señalado en su contra: escasez de diálogo interdisciplinar; un discurso histórico
demasiado descriptivo que, sin embargo, ha descuidado muchas veces la calidad de
la narración; un marco en exceso estatista e hispanocéntrico, etc. Sin embargo, la
producción de los últimos quince años ha permitido fijar problemas y debates,
como reflejo de la etapa de madurez en la que ha entrado la investigación.
En el caso de los estudios sobre el flanco internacional del Franquismo y la
Transición, se observa, además, una clara evolución en los focos de interés. En los
ochenta, aún bajo la presión del proceso político interno, urgía explicar la
naturaleza del Régimen, por qué había durado tanto y qué factores internacionales
habían contribuido a ello. De ahí el interés por la II Guerra Mundial y sobre todo
por el periodo del aislamiento diplomático (1945-1953). Se sentía el apremio de
identificar los factores de la permanencia de la dictadura, de desenmascarar la
propaganda sobre los éxitos diplomáticos que la habían legitimado y de recuperar
la labor de la oposición antifranquista. La política de Franco respecto al Eje, las
amistades hispanoamericanas y árabes o las infinitas bondades de la alianza con los
Estados Unidos fueron así temas básicos. Sin embargo, poco a poco, el interés
investigador se recondujo hacia elementos más estrictamente internacionales. La
razón fue el ingreso de España en la Comunidad Europea y todo el debate sobre la
integración en la OTAN, es decir la discusión sobre la definitiva alineación
internacional de la España constitucional. Existía la curiosidad y la necesidad de
reconstruir los antecedentes para comprender mejor la acción exterior de la nueva
democracia. Entrados los años noventa, con la definitiva normalización
internacional española y, sobre todo, con una mayor conciencia de los procesos de
globalización, se iba a prestar más atención a las determinaciones del sistema
internacional sobre las opciones políticas, institucionales o económicas a
disposición de los gobiernos de Franco y, sobre todo durante la Transición. Se
estudia la influencia de los éxitos fascistas sobre el modelo político español en la II
Guerra Mundial; el efecto político y económico del aislamiento; la influencia
internacional en la elección de modelos económicos como la autarquía y,
posteriormente, la apertura económica; o la incidencia de los distintos procesos y
actores internacionales en el proceso de la Transición. Uno de los campos más
novedosos está siendo la “europeización”, es decir, el impacto del acercamiento a
Europa, y el proceso “americanización”, a partir sobre todo de 1953, ligados
ambos al debate sobre la modernización.
Es verdad que sigue habiendo muchos los vacíos historiográficos, la mayor
parte de las veces vinculados a dificultades documentales en el Archivo del
Ministerio de Asuntos Exteriores. Tampoco hay fuentes publicadas equivalentes a
las de otros países ni, hasta hace muy poco, acceso a los archivos militares; una
esperanza son los archivos privados y la historia oral. Sobre los años sesenta y la
crisis final del Régimen aún queda mucho por hacer sobre las relaciones con las
principales potencias europeas, Marruecos y América Latina; lo mismo que
respecto a la diplomacia multilateral o en el estudio de política exterior comparada.
Sólo de pasada se ha atendido a la diplomacia paralela realizada por las
organizaciones católicas, medios económicos, culturales o militares que actuaron
como grupos de presión y captadores de apoyos exteriores. Tampoco abundan los
estudios sobre los apoyos socio-políticos del franquismo en el exterior: los medios
conservadores, anticomunistas, democristianos, europeos y americanos. Valdría la
pena profundizar en el impacto de la “cuestión española” en la política interior de
otros países; en las conexiones internacionales que facilitaron la liberalización
económica; en la repercusión socio-económica que determinadas problemáticas
internacionales tuvieron en ámbitos geográficos locales (Gibraltar, por ejemplo) o
en las secuelas de los procesos de descolonización. También están pendientes
estudios que profundicen en el tema del proceso de toma de decisiones y la
burocracia del Ministerio de Asuntos Exteriores, así como biografías básicas sobre
ministros clave. Serían interesantes investigaciones sobre imágenes y estereotipos
internacionales, ahondar en fenómenos de socialización política y memoria
colectiva que ayudaran a entender mejor la cultura política de la sociedad española
durante la Transición y sus reflejos aún en la opinión pública actual. Por poner un
ejemplo: se entenderían mejor las fuentes del arraigado antinorteamericanismo.
Los estudios que se presentan en este número son ejemplos de las nuevas
tendencias de investigación y, a la vez, ayudan a llenar algunos de los vacíos
señalados. Ricardo Martín de la Guardia y Guillermo A. Pérez Sánchez analizan
cómo se produjo la particular apertura hacia los países comunistas al final del
Franquismo. Primero, básicamente comercial y consular y, en 1973, con el hito del
reconocimiento diplomático pleno entre los gobiernos de España y de la República
Democrática de Alemania. Rosa Pardo estudia un momento complejo de las
relaciones hispano-norteamericanas: la renegociación de los acuerdos bilaterales
entre 1968 y 1970. Profundizando en los cambios que se producen en la política
exterior española con el relevo de F.M.Castiella por los ministros tecnócratas,
G.López Bravo y L.López Rodó. También revisa, a través de la documentación
norteamericana, cómo se vio desde Washington la evolución interna española de
los últimos años de la dictadura y la política norteamericana de cara la nuevo
régimen que sustituiría a Franco. Monserrat Huguet, por su parte, traza una
panorámica general sobre la política española en torno a la problemática
mediterránea en esta etapa: la reivindicación española de una posición activa en los
procesos de pacificación y normalización; la política de cooperación con los países
árabes y apoyo a la causa Palestina, muy vinculadas a la problemática relación con
Marruecos y el asunto del Sáhara.
Los artículos de Antonio Moreno Juste y de Encarnación Lemus tratan dos
temas fundamentales para explicar los condicionantes externos de la Transición.
Por una parte, el papel de la CEE y, por otra, la actitud de un actor nacional
básico, como fue Francia. Antonio Moreno explica la acción positiva de las
instituciones europeas en favor de los procesos de democratización desarrollados
en España y la Europa del Sur. Profundiza en el juego sutil de presiones realizado a
través de un triple mecanismo: las negociaciones de integración, la aplicación de los
criterios de condicionaüdad económica y de condicionalidad democrática.
Encarnación Lemus reconstruye la expectante mirada francesa sobre la situación
española ante la inminente desaparición del general Franco: el rechazo al
franquismo, la aproximación hacia el rey y el análisis de las posibilidades de iniciar
una liberalización, el peso de los sectores continuistas… Todo ello ante la
persistente duda de que España pudiera desarrollar una evolución pacífica y bajo
un doble objetivo: garantizar una cierta preeminencia política de Francia al
respecto de la España que se liberaliza y su presencia económica, objetivos ambos
en los que los intereses franceses se sentían amenazados ante la redoblada
presencia norteamericana y alemana.
Encarna Lemus y Rosa Pardo
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