Proyectos centristas en la España de los siglos XX y XXI. Historia del Presente 44

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Varios procesos y acontecimientos han contribuido a avivar en los últimos años el interés por el centrismo político. En primer lugar, destaca el protagonismo adquirido por partidos que se identifican en un espacio intermedio entre las formaciones clásicas de izquierda y derecha de sus respectivos países.

Historia del Presente 44
Proyectos centristas en la España siglo XX-XXI

Varios procesos y acontecimientos han contribuido a avivar en los últimos años el interés por el centrismo político. En primer lugar, destaca el protagonismo adquirido por partidos que se identifican en un espacio intermedio entre las formaciones clásicas de izquierda y derecha de sus respectivos países. Tres ejemplos cercanos serían el exitoso proyecto político de Emmanuel Macron en Francia, la entrada de los liberal-demócratas británicos en el Gobierno de aquel país entre 2010 y 2015, o la relevancia alcanzada por Ciudadanos en España entre 2015 y 2019.

Formaciones que se han esforzado por apelar a una tradición propia, a una serie de referentes históricos de los que serían legítimos herederos, planteando así que su centrismo efectivamente tiene una historia, que cuenta con una genealogía cultural.

Índice

HISTORIA DEL PRESENTE 44 2024/2
PROYECTOS CENTRISTAS EN ESPAÑA, SIGLOS XX-XXI

EXPEDIENTE
Presentación. Pilar Mera Costas y David Jiménez Torres 
En busca de la vía media. Proyectos de centro en la Segunda República Española.  Pilar Mera Costas
Las redes del exilio. Republicanas españolas en Estados Unidos y la génesis del tejido social democrático en la España franquista. Carmen de la Guardia
Adolfo Suárez y el suarismo: La personificación de una alternativa de centro. Adrián Magaldi 
«La tercera España está aquí»: Ciudadanos y el discurso del centrismo en España. (2005-2019).  David Jiménez Torres
EL PASADO DEL PRESENTE
El Salvador de Nayib Bukele (2019-2024): ¿otro caso de deslizamiento autoritario99 de un gobierno popular y populista? José Manuel Ferrar y Merino
EGOHISTORIA
Autorretrato de grupo. Entrevista a Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo. Javier Muñoz Soro
MISCELÁNEA
El Concilio los legitimó: oposición del clero progresista católico contra el régimen127 franquista durante los tres primeros años posconciliares (1966-1969).
Javier Pinilla Palomino
Las víctimas de violencia política en el cine: desde Colombia al País Vasco (1964-2022)145 José Manuel Azcona Pastor y Aitor Díaz-Maroto Isidro
«Un objeto volador no identificado». El PCE e IU y la integración europea de la 161 Conferencia Nacional sobre Europa a Maastricht (198

Presentación

Presentación
A finales de 2022, la editorial Catarata publicó dos libros explícitamente complementarios: Historia de las derechas en España e Historia de las izquierdas en España.2 Cabe plantearse si se podría realizar un estudio parecido dedicado a los centros en España. Porque ¿tiene historia el centro político? ¿Qué proyectos tendrían cabida en una publicación como esta? La pregunta remite de forma inmediata al debate sobre qué sería el «centrismo», cuestión que se ha abordado de forma recurrente desde la ciencia política, la sociología electoral y el análisis histórico de determinados procesos, fenómenos o partidos.3 Sin embargo, quizá sea productivo enfocar la pregunta no por lo que el centro es, sino por lo que ha sido, o por lo que se ha entendido como tal. Ya estemos ante una entelequia o ante una realidad sustancial, numerosos proyectos políticos han apelado a cierta idea de centrismo, por mucho que las definiciones de qué se entendía con ese concepto hayan mostrado una notable variedad.
Varios procesos y acontecimientos han contribuido a avivar en los últimos años el interés por el centrismo político. En primer lugar, destaca el protagonismo adquirido por partidos que se identifican en un espacio intermedio entre las formaciones clásicas de izquierda y derecha de sus respectivos países. Tres ejemplos cercanos serían el exitoso proyecto político de Emmanuel Macron en Francia, la entrada de los liberal-demócratas británicos en el Gobierno de aquel país entre 2010 y 2015, o la relevancia alcanzada por Ciudadanos en España entre 2015 y 2019. Además, estas formaciones se han esforzado por apelar a una tradición propia, a una serie de referentes históricos de los que serían legítimos herederos, planteando así que su centrismo efectivamente tiene una historia, que cuenta con una genealogía cultural. El cuestionamiento de numerosos consensos sociales y políticos tras la crisis de 2008 también ha dado pie al interés por el centrismo, en la medida en la que este se presenta a menudo como un proyecto de defensa de ciertos consensos amenazados por dinámicas polarizadoras o rupturistas. Esto, a su vez, ha provocado una interesante dinámica especular: los análisis críticos del centrismo insisten en su insustancialidad doctrinaria y en su carácter de máscara retórica para la preservación de un statu quo o unos intereses determinados. Ligado a todo ello se encuentra, por otra parte, la impugnación del orden demoliberal que ha cobrado fuerza en los últimos quince años, cuestión relevante para las polémicas sobre el centrismo en la medida en la que muchos proyectos de este tipo se identifican con dicha tradición política.
Entre los estudiosos, el interés por el centrismo como proyecto político en España ha sido particularmente notable en los trabajos sobre la Transición a la democracia. De su continuada vigencia dan fe dos dosieres recientes: «El centro político en la Transición», en Historia del Presente, y «El centroderecha en la travesía hacia la democracia liberal en la Península Ibérica» en Historia y Política.4 La idea del centro político también ha sido relevante en investigaciones sobre la etapa republicana.5 No han faltado tampoco trabajos sobre lo que se suele denominar «búsqueda del centro» por parte de las principales formaciones políticas de la etapa democrática.6 Finalmente, el crecimiento del partido político Ciudadanos a partir de 2014 también dio pie a numerosas publicaciones sobre el contenido de su «centrismo», aunque lo reciente del fenómeno hace que la mayoría hayan partido del campo de la ciencia política o del análisis periodístico.7
Las aportaciones de este dosier trazan una panorámica histórica que abarca desde la Segunda República hasta la segunda década del siglo XXI, recogiendo proyectos políticos que se han colocado de un modo explícito en estas coordenadas ideológicas, pero también la apelación a esta etiqueta como sinónimo de moderación y transversalidad, y la creación de espacios y de sociabilidades que pudieran dar pie a ellos. Lejos de buscar una definición genérica del «centro» o una homologación más o menos forzada de las figuras y los proyectos que lo habrían encarnado, se plantea la historia de los centros a través de contextos, grupos y figuras muy diferentes.
El artículo de Pilar Mera Costas se sitúa en los años treinta del siglo XX y aborda los primeros proyectos que se autodenominaron con la etiqueta centro. Y lo hace poniendo el foco en las tres alternativas de centroderecha más importantes del periodo: el Centro Constitucional, el Partido Republicano Radical y el Partido de Centro Democrático. La elección de estas opciones permite a la autora cubrir la Segunda República desde sus albores hasta el golpe de Estado de julio de 1936, estudiando tres formaciones que intentaron ocupar un mismo espacio apelando a un electorado moderado, no movilizado, con cierta apertura en lo social y conservador en lo económico. El perfil de su votante medio los convirtió en competidores de los partidos de derechas, por lo que el análisis de estos tres partidos también permite observar la evolución de los sectores más derechistas respecto al centrismo. Así, el Centro Constitucional de Françesc Cambó contó con el beneplácito de la prensa de derechas, que veía en la unión entre los catalanistas de la Lliga y un sector del maurismo la oportunidad de crear un nuevo partido conservador que se consolidase como una alternativa de gobierno. La Segunda República frustró esta iniciativa, que se diluyó apenas dos meses de ponerse en marcha.
A partir de ese momento, el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux se convirtió en la principal alternativa de centro. Tras ser primero parte y luego socio parlamentario de los gobiernos republicano-socialistas, pasó a ser, en 1933, rival político y opción de gobierno. Su alianza con la CEDA dinamitó sus opciones de pacto a la izquierda, lo que volvió a los radicales cada vez más dependientes de una derecha que veía en el centro un aliado circunstancial al que aspiraba a desbancar. La resistencia a esa subordinación del centro a la derecha explica la aparición del Partido de Centro Democrático, un proyecto impulsado desde el gobierno por Niceto Alcalá-Zamora y Manuel Portela Valladares. Su objetivo era conseguir un grupo parlamentario nutrido que decantase mayorías y contribuyese a rebajar la polarización creciente.
El artículo de Carmen de la Guardia abandona el análisis de los proyectos políticos partidistas para poner su atención en el campo de las ideas, subrayando la importancia de estas en la conformación de mentalidades que permiten el arraigo de las opciones políticas. Su mirada se posa en el exilio republicano que llegó a Estados Unidos tras el final de la guerra civil española y en el papel que sus protagonistas tuvieron como colaboradores de la diplomacia encubierta estadounidense que buscaba impulsar una sociedad civil de corte liberal y centrista que sirviese de base para la construcción de un régimen democrático en España tras el fin de la dictadura franquista. Para ello se sumerge en la genealogía de esos movimientos, escudriñando las redes educativas y sociales trasatlánticas tejidas entre progresistas estadounidenses, especialmente mujeres, y krausistas españoles. Unas redes que promovieron proyectos educativos y programas internacionales que contribuyeron a la emancipación de las mujeres españolas y al desarrollo de una sociedad civil más fuerte y activa.
El texto de Adrián Magaldi explora la que seguramente ha sido la encarnación más influyente e icónica –y, al mismo tiempo, más compleja y debatida– del centrismo político en el siglo XX español: los proyectos políticos organizados alrededor de Adolfo Suárez. Su innegable impacto convivió con la dificultad que implicaba –entonces y ahora– trazar los márgenes teóricos y sociológicos del «suarismo». El proceso transicional abrió una oportunidad para un proyecto que se presentara como centrista y reformista –pero también ligado a una idea de orden y estabilidad–, hasta el punto de permitirle cosechar grandes resultados electorales y alcanzar el poder. Esto no fue óbice para que debiera responder a las exigencias de definir un perfil ideológico propio, tanto durante sus años en el Gobierno –con UCD– como en su posterior trayectoria en la oposición –con CDS–. Magaldi recorre los múltiples debates y la abundancia de respuestas aportadas a esas exigencias de definición ideológica, mostrando los materiales que de manera más recurrente se emplearon –derivados de las tradiciones liberal, socialdemócrata y democristiana–, y también la relación entre debates teóricos y coyuntura política. Muchas de las tensiones experimentadas por los sucesivos proyectos suaristas están ligadas al cambiante contexto político, pero también identificamos en ellas problemáticas recurrentes del centrismo, como la dificultad de aunar en un mismo proyecto –como expuso Duverger– a «la fracción derecha de la izquierda con la fracción izquierda de la derecha».
El esfuerzo por dotar de contenido y perfil propio al centrismo también se hace explícito en el artículo de David Jiménez Torres sobre uno de los proyectos que más reivindicó el legado de Suárez: el partido Ciudadanos. Su estudio del uso que hizo la formación liderada por Albert Rivera del sintagma «Tercera España», y de las figuras y la lectura de la historia de España que estarían vinculadas a él, da fe de la consolidación de un imaginario centrista en la España de principios del siglo XXI. Al mismo tiempo, muestra de qué manera ese imaginario podía movilizarse en términos electorales y cómo respondió a circunstancias específicas, tales como la crisis política, social y económica iniciada en 2008 y la crisis catalana que culminaría en 2017. Nuevamente, se abría una oportunidad para una formación que se reivindicara como centrista y reformista –sobre todo tras su salto a la política nacional, cuando el partido planteó una alternativa completa de corte socio liberal que afectaría desde las pensiones hasta la educación superior, y desde la competitividad de la economía hasta el manejo institucional de casos de corrupción– y, al mismo tiempo, que mantuviera una idea de estabilidad –en este caso, frente a las alternativas planteadas por el populismo de izquierdas y por los nacionalismos subestatales–. Una mezcla de reforma y de orden que encontró una metáfora útil en el concepto y las connotaciones de la «Tercera España». El declive de este proyecto reforzó, al mismo tiempo, la lectura del centrismo español como una tradición históricamente maldita, incapaz de consolidar sus propias formaciones políticas más allá de momentos históricos puntuales –aquí también operó el precedente de Suárez, aunque como fantasma más que como inspiración. Se termina de perfilar así una paradoja: el centrismo se caracterizaría por su flexibilidad y eclecticismo ideológicos, pero su destino en España, según muchas lecturas del declive de Ciudadanos, estaría determinado por leyes inexorables.
Este repaso de distintos proyectos políticos e intelectuales de corte centrista a lo largo del siglo XX y XXI permite establecer algunas tendencias comunes en todos ellos, así como detectar alguna de las debilidades que frenaron su continuidad, con el fin de contribuir a los debates sobre qué ha sido y qué se ha entendido por centro en España.
Pilar Mera-Costas y David Jiménez Torres

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