El Físiólogo

16,00 

 

 
ISBN: 9788495427724
Nº Páginas: 186
Dimensiones: 14 x 21

Descripción

Alejandría, en el siglo II de Cristo, era el centro en el que florecía el antiguo saber tradicional. Allí pudo escribirse El Fisiólogo, primer bestiario conocido, cuya versión inicial fue griega. Leer El Fisiólogoimplica introducirse en una vasta tradición literario-científica que penetra profundamente la Edad Media. Éste es el libro de historia animal que gozó de mayor popularidad hasta el siglo XIII. Popularidad e influencia únicamente comparables a las de la Biblia.El Fisiólogo y la tradición de bestiarios asociados con él se dan en el amplio periodo en el que la ciencia se expresa como repetición de sabiduría tradicional con muy escaso aporte de observación directa.

Acceder a la lectura del Fisiólogo implica introducirse en una vasta tradición literario-científica que penetra profundamente la Edad Media. Se ha dicho, en efecto, que este es el libro de historia animal que gozó de mayor popularidad en toda la Edad Media, por lo menos hasta el siglo XIII. Popularidad e influencia solo comparables a las de la Biblia.
El Fisiólogo es el primer bestiario conocido. Hemos de saber, pues, previamente, qué es un bestiario. Con definición apriorística podríamos decir que es una obra pseudo-científica moralizante sobre animales, existentes y fabulosos.
Sería tal vez mejor llamar al Fisiólogo bestiario-lapidario. Trata, en efecto, no solo de animales, sino también de minerales. Pero como dice el prólogo latino al bestiario de Felipe de Thaon:

Liber est Bestiarius dicitur
Quia in primis de bestiis loquitur
Et secundario de avibus,
Ad ultimum autem de lapidibus.

Autora

 Nilda Guglielmi es profesora, licenciada y doctora por la Universidad de Buenos Aires y docteur de l’Université por la Universidad d’Aix-Marseille (Francia). Se ha dedicado a la investigación de Historia medieval española y europea, en general, en sus aspectos institucional y social. Ha sido delegada para América Latina del Repertoire International des médiévistes, París. Ha sido nombrada Cavaliere della Repubblica Italiana en virtud de sus méritos académicos. Ha sido directora del Instituto de Historia Antigua y Medieval de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Desde agosto de 1994 es Miembro de número de la Academia Nacional de Historia de la Argentina. Es también Miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia de España. Miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, así como del Perú. Ha publicado las siguientes obras:Memorias medievales; edición crítica de la Crónica de Giovanni Villani; El teatro medievalLa ciudad medieval y sus gentes;Marginalidad en la Edad MediaOdorico da Pordenone, Relación de viaje; El eco de la rosa y Borges; Léxico histórico del Occidente medieval; Jacques de Vitry, Historia de las cruzadas; Espacio y sociedad en el Fabliau de Constant du Hamel; Guía para viajeros medievales Aproximación a la vida cotidiana en la Edad Media.

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(Este libro es llamado bestiario, pues trata, en primer término, de bestias, en segundo lugar, de aves y, por último, de piedras).1
Por tanto, la preeminencia –y con ella el nombre– no solo por su procedencia, sino también por la extensión que se les otorgaba, correspondía a los animales.
El Fisiólogo, bestiario, es punto de arranque de una larga cadena de obras análogas. Pero antes de examinar esa larga tradición cabe preguntarnos cuál es la naturaleza del Fisiólogo primitivo, cómo y en qué estado se difunde. Debemos conocer cuál es el contenido del libro que tanta importancia tiene en el pensamiento y en la concepción del mundo del hombre medieval. Aquí se presenta el primer problema: el del contenido del Fisiólogo original. ¿Podemos calificarlo de tratado científico? Para dar una respuesta debemos precisar qué se entiende por ciencia en el momento en que se escribe. Pero, en realidad, tendremos que considerar la ciencia medieval, no solo en ese periodo sino más extensamente. El Fisiólogo, decimos, pervive vigorosamente a través de la Edad Media y declina su popularidad en el siglo XIII, hasta que el libro se pierde con el Renacimiento. Interesa, por tanto, conocer si el Fisiólogo nació como una obra científica, en suma, cuál fue el sentido y objetivo de su redacción y, además, si continuó viviendo como obra científica. Por ello necesitamos conocer, decimos, qué se entiende por ciencia en el momento de su redacción y, además, qué se entiende por ciencia más tarde, cuando el Fisiólogo es todavía libro leído y difundido. Esta consideración abarca un periodo que va desde los primeros siglos cristianos a ese siglo XIII, en que el prestigio y la importancia del Fisiólogo se oscurecen. En esos largos siglos, el concepto de ciencia sufrirá cambios radicales, al paso que cambie la actitud científica al encontrar fundamentos filosóficos diferentes.
El sentido del Fisiólogo depende, pues, de la comprensión de esa larga aventura que lleva al hombre medieval al descubrimiento del mundo que le rodea, descubrimiento difícil y paulatinamente alcanzado. Analizaremos los hitos de esa aventura.
origen
Para entender el substratum cultural del que surge el Fisiólogo es necesario conocer la fecha y el lugar de aparición, el nombre del autor. Son datos inciertos. Más adelante se examinan con mayor minucia las distintas opiniones al respecto.2 Ahora nos basta decir que Alejandría, entre los siglos II y V, es el lugar de su redacción. Su autor no ha sido identificado con certeza, aunque la obra haya sido atribuida a los más destacados escritores del periodo.
Para responder si el Fisiólogo puede ser considerado tratado científico, debemos conocer también las características de la primera redacción, saber si esa primera redacción difiere de las posteriores.
Lynn Thorndike,3 de manera categórica, Florence Mc Culloch,4 más cautamente, hablan de una redacción inicial de la obra en que no aparecían las alegorías moralizantes que acompañan la descripción de cada animal. Thorndike recoge la opinión del cardenal Pitra para quien «el Fisiólogo es una cosa y la interpretación alegórica, otra».5
Thorndike se basa, para su afirmación, en la ausencia de alegorías en textos tempranos tales como la versión en siríaco o los fragmentos conservados en el glosario latino de Ansileubus.6 Considera las alegorías como elementos adventicios pues afirma con vigor que el elemento científico es constante; en suma, que lo importante y esencial son las consideraciones científicas, mientras las interpretaciones alegóricas no constituyen el núcleo fundamental de la obra.

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