La mayor parte de los mortales se lamenta, ¡oh, Paulino!, de la malignidad de la naturaleza, culpándola de que nos haya criado para edad tan corta, y que el espacio de tiempo que se nos concede discurra tan veloz y rápidamente que, con la excepción de muy pocos, a los demás se les acaba la vida en medio de las prevenciones para vivirla.
Nos encontramos ante un lúcido y ameno ensayo sobre una de las preocupaciones esenciales y recurrentes en el hombre a lo largo de la historia de la humanidad, la muerte. Séneca, con un estilo preciso pero con una gran expresividad, nos ofrece consuelo, nos aconseja y nos guía por ese laberinto de certezas, complejos y peligros.
Una profunda reflexión sobre el tiempo y su utilidad, sobre la existencia y su final, sobre dejar de vivir con miedo, todo ello con la serenidad y sabiduría del universal filósofo cordobés. Es este un libro delicado mas contundente, un bálsamo y un veneno al mismo tiempo; es, en fin, como la vida, intenso, hermoso y breve.
De la brevedad de la vida
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Nos encontramos ante un lúcido y ameno ensayo sobre una de las preocupaciones esenciales y recurrentes en el hombre a lo largo de la historia
Autor: Lucio Anneo Séneca
ISVN: 978-84-17726-263
Páginas:72
Tamaño:17×21
Autor
LUCIO ANNEO SÉNECA, hijo del procurador Marco Anneo Séneca, el Retórico, nació en Córdoba el año 4 a. de C. Extraordinario orador, fue nombrado pretor por el emperador Claudio. Sufrió destierro en Córcega durante ocho años y ejerció de preceptor y consejero de Nerón, a quien dedicó el diálogo moral De la clemencia. Acusado ante el emperador por envidiosos de su elevado rango y su fabulosa fortuna, Séneca abandonó la corte, pero incriminado de nuevo por haber participado en una conjuración contra Nerón, fue condenado a muerte. Murió estoicamente, fiel a sus principios, en Roma, en el año 65 de nuestra era, cortándose las venas y bebiendo la cicuta.
Su filosofía es práctica, y sus preocupaciones eminentemente éticas. A Séneca le interesa más la filosofía como forma de vida que como especulación teórica. La sabiduría y la virtud son, para él, la meta de la vida moral.
Escribió, o al menos han llegado hasta nosotros, nueve tragedias, una sátira contra el emperador Claudio, Apokolokyntosis, un tratado de Ciencias Naturales, Naturalium Quaestionum Ubri Septem, once diálogos morales, que se conservan en un manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana, 124 Epístolas morales a Lucilio y una colección de epigramas.
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