Las pasiones del alma
Descartes afirmó que las pasiones del hombre «son intrínsecamente buenas, y que todo lo que tenemos que evitar es su mal uso o su exceso», explorando en este tratado el misterioso problema de la relación entre la mente y el cuerpo.
Las pasiones, hasta entonces, eran experiencias, ahora denominadas emociones, y habían sido tema de debate entre los filósofos naturales desde la época de Platón. Notables precursores de Descartes que desarrollaron sus propias teorías de las pasiones son San Agustín, Santo Tomás de Aquino y Thomas Hobbes.
Las pasiones del alma (1649) –último ensayo publicado en vida de René Descartes, y dedicado a la reina Cristina de Suecia, país donde falleció–, fue incluido por la Iglesia católica en su Index librorum Prohibitorum (Índice de Libros Prohibidos).
Mi propósito –declaró Descartes en una carta a su editor– no es explicar las pasiones como orador, ni siquiera como filósofo, sino únicamente como físico.
Autor
Descartes nació en La Haya el 31 de marzo de 1596. Su padre le llamaba su «pequeño filósofo» porque René se pasaba el día planteando preguntas. De frágil salud, estaba exento de acudir a clase a primera hora, ya que tenía la costumbre de permanecer en cama hasta las once de la mañana.
Descartes fue siempre un alumno sobresaliente. A los 18 años, ingresó en la Universidad de Poitiers para estudiar derecho y medicina. Cuenta que en su juventud tuvo tres sueños sucesivos que interpreta como un mensaje del cielo para consagrarse a su misión de investigador.
Creó la geometría analítica, hizo aportaciones fundamentales en la mecánica, la óptica, la geología, y además de sus contribuciones a la antropología y a la medicina, es considerado el fundador de la psicología y el «padre de la filosofía moderna». Elemento central en su obra es el interés por el hombre como ente pensante, si bien imperfecto.
Falleció de una neumonía, lejos de su país, en Estocolmo, el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad.
Al final de su vida, René Descartes escribió:
«Mi vida estuvo llena de desgracias, muchas de las cuales jamás sucedieron».
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