El presente volumen pretende un acercamiento crítico al brillante panorama de la poesía en lengua española durante la llamada Edad de Plata de nuestra literatura
El presente volumen pretende un acercamiento crítico albrillante panorama de la poesía en lengua española durante la llamada Edad de Plata de nuestra literatura. Se abre con una reflexión reivindicativa de Miguel de Unamuno y su perdurable vigencia, así como la resonancia espiritual y estilística sobre la obra de Luis Cernuda, uno de los poetas que, con los años, ha gozado de un reconocimiento por parte de la crítica, y constituido hoy ya en un clásico con-temporáneo.
Continúa con otra voz no menos personal de George Santayana, cuya obra sigue siendo bastante desconocida en nuestra patria. Un amplio recorrido por la poética de Juan Ramón Jiménez, fundadores los tres –Miguel de Unamuno, Antonio Machado y el propio Juan Ramón– de la moderna poesía española.
Guillén, Lorca, Aleixandre, Alberti, Gerardo Diego dejan su indeleble presencia en estos ensayos crítico-literarios en los que hemos intentado conciliar el rigor en el análisis con la cordial efusión lírica personal hacia estas egregias figuras.
A todo lo cual se suma la visión personal de un grupo de poetas muy próximos a nuestro afecto y gusto literarios, como José Hierro y Francisco Brines.
Esta obra ha sido publicada con una subvencion del Ministerio de Cultura y Deporte.
Autor
Carlos Clementson (Córdoba, 1944) es doctor en Filología Románica por la Universidad de Murcia; ha impartido su docencia en la Universidad de Córdoba. Su permanente dedicación a la traducción literaria le ha llevado a verter al verso castellano diversos pano- ramas poéticos de la Romania, así como una antolo- gía de Joachim Du Bellay, bajo el título de Lamentos y añoranzas (Les Regrets), en 1992, más otras de Sophia de Mello Breyner, Fernando Pessoa, y la más reciente de Manuel M.ª Barbosa du Bocage (2017), estas dos últimas en Editorial Eneida.
En 2010, su Alma minha gentil (Antología general de la poesía portuguesa), en dicha editorial, mereció el Premio a la Traducción Giovanni Pontiero, concedido por el Instituto Camoens y la Universitat Autònoma de Barcelona.
En 2011, publicó Cisne andaluz (Nueva Antología poética en honor de Góngora), así como Esta luz de Sinera (Antología General de la Poesía Catalana), seguidas de Sinfonía Atlántica (Antología General de la Poesía Gallega), en 2012, y Las rosas de la vida (Anto- logía de la Poesía Francesa, de François Villon a Paul Valéry), 2015, en la misma editorial.
Dicha labor traductora no la considera del todo ajena a su personal lírica de creación, capítulo en el que lle- va editados una quincena de poemarios, desde Canto de la afirmación (1974), premio Polo de Medina, Del mar y otros caminos, accésit del premio Adonais (1979), Archipiélagos, premio José Hierro (1995), La selva oscura, premio Juan de Mena (2002), o el más reciente Retablo para una Edad de Plata (2018).
En 2018, en la Universidad de Córdoba, publicó su abarcador estudio y antología bilingüe de Pierre de Ronsard, bajo el título de Poesía, obra que ha obtenido el premio Nacional a la Traducción otorgado por la UNE.
Leer más (Prólogo)
El presente libro pretende un acercamiento crítico al brillante panorama de la poesía en lengua española durante la llamada Edad de Plata de nuestra literatura. Se abre con una reflexión reivindicativa de la, por lo general, inadvertida modernidad de la poesía de Miguel de Unamuno y su perdurable vigencia, así como también se constata su fecunda resonancia espiritual y estilístico sobre la de Luis Cernuda, uno de los poetas que con los años han gozado de un cada vez mayor reconocimiento por parte de la crítica y constituido hoy ya en un clásico contemporáneo indiscutible, por encima de otros compañeros de su generación, de más descollante prestigio literario en vida.
Continúa con otra voz no menos personal como es la del insigne pensador y poeta, rigurosamente coetáneo del maestro bilbaíno, y también filósofo como él, que escribiera toda su obra en inglés, aunque profundamente español de pasaporte y espíritu, como es el madrileño, de raíces abulenses, George Santayana, cuya obra sigue siendo bastante desconocida en nuestra patria; al que le sigue la tutelar y benemérita figura de Antonio Machado y un amplio recorrido por la obra de Juan Ramón Jiménez, fundadores los tres –Unamuno, Machado y Juan Ramón– de la moderna poesía española.
El Nobel onubense, en uno de los capítulos axiales del libro, es considerado en la rica evolución totalizadora de sus varias etapas creativas, así como guía próximo de los más distinguidos poetas de la generación del 27, sin cuyo ejemplo su poesía hubiera sido muy distinta, por el fecundo proceso de modernización de la lírica hispánica que supuso toda su obra, sin olvidar los efectos que el descubrimiento de la poesía de Góngora representó también en su día para estos jóvenes creadores.
Guillén, Lorca, Aleixandre, Alberti, Diego y Gil-Albert dejan su indeleble presencia en estos ensayos crítico-literarios en los que hemos intentado conciliar el rigor en el análisis con la cordial efusión lírica personal hacia estas egregias figuras y estas obras que nos han acompañado con su presencia iluminadora y ejemplar desde los ya lejanos días de nuestra juventud.
Un gran poeta hispánico, el chileno Pablo Neruda, el mayor poeta en lengua española del siglo XX, en opinión de Harold Bloom y Gabriel García Márquez, cuya estimulante y apasionada lectura supuso una deslumbrante revelación literaria para el autor de estos ensayos en su juventud, ocupa con todo derecho también un lugar de honor, como máxima expresión de la poesía americana, junto a Juan Ramón Jiménez en este libro.
Concluye este volumen con una reflexión sobre el valor de la idea de libertad en la obra de Octavio Paz. A todo lo cual se suma la visión personal de un grupo de poetas muy próximos a nuestro afecto y gusto literarios, como José Hierro, y Francisco Brines, ambos autores anteriores a la generación a la que pertenece el autor de este libro.
Estas páginas son, pues, el fruto de una intensa y casi exclusiva dedicación, de más de sesenta años, a la literatura y a la enseñanza de la misma por parte de quien escribe estas líneas, y muy en particular, a la poesía. Así es la rosa (Poesía y poetas del siglo XX) se trata de un libro de crítica literaria, pero anticipando que nunca hemos pretendido hacer de él un frío trabajo profesoral y erudito, sino una serie de ensayos, de ensayos literarios y, como tales, nunca desprovistos de la afectiva subjetividad y personal gusto del lector de tantas páginas ilustres. Nuestra intención ha sido la de hacer literatura de la literatura –amena literatura– y poesía personal de la poesía ilustre de estos maestros, es decir: crítica y homenaje, e intentar transferir siquiera una sombra de las bellezas de dicha lírica a las más desvaídas páginas en prosa de estos ensayos, aunque procurando guardar siempre un poco del fuego originario de aquélla o, al menos, un cálido rescoldo, estético y emotivo, de aquellos poemas magistrales que suscitan nuestro comentario.
Su modelo literario podría ser el de aquel volumen del hoy tan injustamente olvidado André Maurois, Lecture, mon doux plaisir, sobre clásicos y modernos de la literatura francesa, o los comentarios de Giovanni de Lampedusa o Marguerite Yourcenar sobre la poesía renacentista francesa. Nobles modelos cuyos horizontes estéticos han presidido desde su altura ejemplar inalcanzable estos afanes y trabajos literarios que tiene hoy el lector entre sus manos.
Muchos de estos capítulos llevan un comentario o apéndice lírico-didáctico. Son poemas de homenaje, o variaciones sobre temas y motivos de los autores en cuestión, testimonio de una experiencia apasionada y fecundante para el intelecto y la sensibilidad de este agradecido lector y amante de la literatura, de esa literatura en la que, a todo lo largo de su vida, el autor de estas líneas ha encontrado emoción iluminadora, belleza y pensamiento, y hasta consuelo moral en determinados momentos de particular menesterosidad del espíritu.
Homenaje poético del autor
Glosa final para Antonio Machado ante el mar de Collioure
Ante esta última orilla todo se ha consumado,
mas todo es cual si fuera a comenzar de nuevo.
Mi infancia… estos recuerdos de un patio de Sevilla
y el huerto claro bajo el sol… y esa fuente
bajo este azul tan limpio de mis años de niño,
qué extraño es que ahora vuelvan, ya al final del camino,
a brillar otra vez como en aquellos días,
más allá de la guerra y el dolor y el destierro,
tras de Soria y Baeza y Segovia y mi vida,
ahora que estoy más solo
y más pobre que nunca, sin hogar y sin patria,
aquí al borde del agua
de este mar que me acuna como el mar de los sueños,
como antaño esa fuente, de este mar que me espera
y a renacer comienza en la luz de la tarde…
¿o es la aurora… o la muerte?
–¡qué tranquilo está todo!–,
solo ya ante esta orilla bajo el sol del ocaso
y a la luz imposible
de estos días azules y este sol de la infancia.
los otros
Ya están aquí, ya han llegado, mientras todos sólo piensan
en tu egotismo morboso y tu nombrarte continuo;
han llegado todos juntos, con los niños de Madrid
que en la calle recogisteis, después de los bombardeos,
Zenobia y tú; han llegado acompañando a «Platero»
desde un tiempo rosa y malva, atravesando los años,
hasta arribar a las costas de tu sueño en Puerto Rico.
Y llega el perro sarnoso, solitario, lento y triste,
al que el guarda, de un disparo, finiquitó sin motivo,
con la pupila nublada por el velo silencioso
de su único ojo sano;
y con él toda la escolta
de lo herido y la inocencia castigada y sin un grito;
todo lo feo y lo triste y lo cruel y lo injusto:
el niño pobre, la pobre carbonerilla quemada
un día puro de mayo:
–Mare, me jeché arena
zobre la quemaúra. Te yamé, te yamé dejde
er camino…
¡Nunca ejtubo ejto tan solo!…
Y la voz ajada y mate de la tísica enclaustrada
en su alcoba sin remedio:
–Cuando yego al puente, ¡ya v´usté, zeñorito,
ahí ar lado que ejtá!,
m´ahogo…
Y la cojita que llega con su sonrisa acezante:
–¡Espeeera!, ¡espera!, ¡voy a coger la muleta!…
Y el niño tonto en su silla mirando pasar la vida
a la puerta de su casa bajo aquel cielo del Sur,
y el atardecer de rosa vistiéndose de morados,
de todo el color del cielo y del mar, de azul dorado,
queriendo borrar en vano el atroz dolor del mundo.
De así es la Rosa
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